jueves, 22 de octubre de 2009

La Escuela de Frankfurt y la renovación del marxismo (V)

La dialéctica de la Ilustración vista desde las contradicciones de la civilización unidimensional




El hombre unidimensional (1964) plantea un panorama pesimista para la humanidad, a partir de “la amenaza de una catástrofe atómica”, que, paradójicamente, sirve “para proteger a las mismas fuerzas que perpetúan este peligro”.[1] Marcuse confirma el diagnóstico de Horkheimer y Adorno: merced a las contradicciones inherentes a la Ilustración, la sociedad contemporánea retrocede a la barbarie, en tanto “nos vemos obligados a enfrenarnos inmediatamente con el hecho de que la sociedad industrial avanzada es cada vez más rica, grande y mejor conforme perpetúa el peligro”.[2]
La sociedad aparece como enteramente racional, pero “esta sociedad es irracional como totalidad. Su productividad destruye el libre desarrollo de las necesidades y facultades humanas, su paz se mantiene mediante la constante amenaza de guerra, su crecimiento depende de la represión de las verdaderas posibilidades de pacificar la lucha por la existencia en el campo individual, nacional e internacional”[3]
La tecnología es la base de la represión de las sociedades actuales: “Nuestra sociedad se caracteriza a sí misma por la conquista de las fuerzas sociales centrífugas mediante la tecnología antes que mediante el error, sobre la doble base de una abrumadora eficiencia y un nivel de vida más alto”[4]
Esta situación alarmante es a lo que se enfrenta la teoría crítica, pues está en juego la condición humana.
La teoría crítica se plantea el examen de estos problemas a partir de dos valoraciones: primero, “que la vida humana merece vivirse, o más bien que puede ser y debe ser hecha digna de vivirse”[5], y segundo, que “en una sociedad dada, existen posibilidades específicas para un mejoramiento de la vida humana y formas y medios específicos para realizar esas posibilidades”.[6] Esto último apunta a la pregunta sobre cómo deberían emplearse esas posibilidades para un “desarrollo óptimo” de la vida humana.

La civilización moderna (capitalista y comunista) tiene esas posibilidades, creadas por la técnica, pero no se orientan a tal desarrollo “óptimo”, entendido como realización de esa vida humana que merece vivirse. Más bien, el poder de la técnica está orientado hacia la conservación del statu quo. El progreso técnico se utiliza para garantizar la cohesión social en torno a ese statu quo.
Para Marcuse no hay en las sociedades capitalistas y comunistas “agentes y factores manifiestos del cambio social” [aunque sí los hay, en su opinión, en los movimientos del “Tercer Mundo”]. En vista de tal ausencia, la teoría crítica puede servir para que los habitantes de esas sociedades modernas puedan distinguir entre la conciencia falsa y verdadera, entre el interés real y el interés inmediato. “Los hombres deben llegar a ver [esa distinción] y encontrar su camino desde la falsa hasta la verdadera conciencia, desde su interés inmediato al verdadero. Pero sólo pueden hacerlo si experimentan la necesidad de cambiar su forma de vida, de negar lo positivo, de rechazar”.[7]
Hay dos planteamientos que Marcuse pone en juego en El hombre unidimensional:
a)     La sociedad industrial avanzada es capaz de contener la posibilidad de un cambio cualitativo para el futuro previsible y

b)     Existen fuerzas y tendencias que pueden romper esta contención y hacer estallar la sociedad.
Esta aparente exclusión mutua entre ambas ideas simplemente subraya el carácter complejo de la sociedad unidimensional. ¿En qué radica la capacidad por parte de la sociedad industrial de impedir un cambio cualitativo? En la misma tecnología donde asienta su dominio político.  Por tanto, la falacia de la neutralidad tecnológica no puede sostenerse.
“En tanto que universo tecnológico, la sociedad industrial avanzada es un universo político, es la última etapa en la realización de un proyecto histórico específico, esto es, la experimentación, transformación y organización de la naturaleza como simple material de dominación”.[8]
“Conforme el proyecto se desarrolla, configura todo el universo del razonamiento y la acción, de la cultura intelectual y material. En el medio tecnológico, la cultura, la política y la economía, se unen en un sistema omnipresente que devora o rechaza todas las alternativas. La productividad y el crecimiento potencial de este sistema estabilizan la sociedad y contienen el progreso técnico dentro del marco de la dominación. La razón tecnológica se ha hecho razón política”.[9] No hay lugar para pensar que la razón tecnológica es “neutral”. Al contrario: es un vehículo de la dominación política.


1.1. Las nuevas formas de control
1.1.1. La realización del proyecto ilustrado contiene su anulación: “Una ausencia de libertad cómoda, suave, razonable y democrática, señal del progreso técnico, prevalece en la civilización industrial avanzada. ¿Qué podría ser en realidad, más racional que la supresión de la individualidad en el proceso de mecanización de actuaciones socialmente necesarias aunque dolorosas; que la concentración de empresas individuales en corporaciones más eficaces y productivas; que la regulación de la libre competencia entre sujetos económicos desigualmente provistos; que la reducción de prerrogativas y soberanías nacionales que impiden la organización internacional de los recursos? Que este orden tecnológico implique también una coordinación política e intelectual puede ser una evolución lamentable y, sin embargo, prometedora”.[10]

La libertad de pensamiento pasa de ser una idea crítica a convertirse en pensamiento afirmativo. Marcuse constata la transformación del proyecto ilustrado, que pierde su carácter negativo en la medida en que sirve para afirmar el poder:
“Los derechos y libertades que fueron factores vitales en los orígenes y etapas tempranas de la sociedad industrial se debilitan en una etapa más alta de esta sociedad: están perdiendo su racionalidad y contenido tradicionales. La libertad de pensamiento, de palabra y de conciencia eran —tanto para la libertad de empresa, a la que servían para promover y proteger— esencialmente ideas críticas, destinadas a reemplazar una cultura material e intelectual anticuada por otra más productiva y racional. Una vez institucionalizados, estos derechos y libertades compartieron el destino de la sociedad de la que se habían convertido en parte integrante. La realización anula las premisas”.[11]

1.1.2. Las sociedades industrializadas avanzadas pueden satisfacer las necesidades de los individuos. De esta manera, privan de independencia al pensamiento. Todo está organizado para que resulte evidente su “buen” funcionamiento. Por tanto, esto le quita toda justificación a las críticas.

1.1.3. La racionalidad tecnológica supondría la liberación de las necesidades si esta racionalidad estuviese enfocada a la satisfacción de las necesidades vitales.
1.1.3.1. Es el aparato el que impone sus exigencias para controlar el trabajo y el tiempo libre.

1.2. Totalitarismo no terrorista

1.2.1. Control de las necesidades, el cual reside en el control de la productividad técnica, científica y mecánica en la civilización industrial.


1.2.2. Cosificación de las libertades:
a) Libertad económica es libertad de la economía
b) Libertad política: Liberación de una política sobre la que no se ejerce control.
c) Libertad intelectual: Pensamiento intelectual absorbido por la comunicación de masas.

1.2.3. Control de las necesidades, a través de la creación de necesidades falsas, esto es, necesidades represivas, que imponen satisfacción al costo de miseria.

1.3. El sistema como totalidad represiva
1.3.1. La libertad se vuelve un instrumento de dominación, en el que se escogen libremente bienes y servicios que sostienen controles sociales sobre una vida de temor y esfuerzo.
1.3.2. Esto no se remite exclusivamente a los medios de comunicación masivos. Hay un precondicionamiento anterior a dichos medios: la nivelación de las distinciones de clase a través de los productos de consumo. La población subyacente consume lo mismo que la clase dominante.

1.4. El carácter racional de la irracionalidad de la civilización industrial avanzada
1.4.1. La negativa aparece como neurosis.
1.4.2. Desaparición de fuerzas históricas que podrían construir alterativas.
1.4.3. Introyección: procesos espontáneos donde el Ego transpone lo exterior en el interior. El interior es el espacio privado del sí mismo.
1.4.4. Hay, por tanto, una invasión del espacio privado por la tecnología.
1.4.5. Mimesis del individuo en la sociedad.

1.5. Alienación
1.5.1. La alienación parece dudosa cuando los individuos se identifican con la existencia que les es impuesta.
1.5.2. Se trata de una etapa más avanzada de la alienación: la alienación se vuelve objetiva.
1.5.3. El sujeto alienado es devorado por su existencia alienada.

1.6.           No hay un fin de las ideologías, sino la producción industrial de las ideologías.
1.6.1.     Los productos adoctrinan y manipulan
1.6.2.     Pensamiento y conducta unidimensional: el pensamiento es rechazado o reducido a los términos del universo del discurso y la acción establecidos.

1.7.           Racionalidad operacional
1.7.1.     Cambio en hábitos de pensamiento. Restricción del concepto. Nivelación de filosofía, psicología, sociología, etc.
1.7.2.     Ofensiva empirista. Positivismo negador de elementos trascendentales de la razón.

1.8.           Los fabricantes de política y los suministradores de información masiva promueven un pensamiento unidimensional.
1.8.1.     Pensamiento unidimensional: La lógica totalitaria de los hechos está constituida de hipótesis que se validan a sí mismas.  Definiciones hipnóticas.
1.8.2.     Las ideas no operacionales son ideas no conductistas y subversivas.

1.9.           Autolimitación del pensamiento
1.9.1.     La sociedad destruye operaciones y conducta de oposición
1.9.2.     Los conceptos de  la oposición se convierten en ilusorios y sin significado.
1.9.3.     La astucia de la razón opera en pro de los poderes establecidos.
1.9.4.     Insistencia en conceptos operacionales y conductistas se vuelve contra los esfuerzos por liberar el pensamiento de una realidad dada y contra las alternativas suprimidas.

1.10.       El progreso se orienta a los hechos consumados. La oposición a las alternativas viene de la población subyacente.
1.11.       Operacionalismo se convierte en teoría y práctica de la contención. La sociedad aparentemente dinámica es un sistema de vida completamente estático.
5.12.       La irracionalidad de la sociedad industrial: vida como fin y vida como medio.


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Bibliografía
Marcuse, Herbert. El hombre unidimensional.  Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada. Traducción de Juan García Ponce. Editorial Joaquín Mortiz, México, 1968.


Notas


[1] Herbert Marcuse, El hombre unidimensional, p. 11.
[2] Ídem.
[3] Ibídem, pp. 11-12.
[4] Ibídem, p. 12.
[5] Ibídem, p. 12.
[6] Ibídem, pp. 12-13.
[7] Ibídem, pp. 15-16.
[8] Ibídem, p. 18.
[9] Ídem.
[10] Ibídem, p. 23.
[11] Ibídem, p. 23.

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