La industria cultural
(Esquema de clase)
"La industria cultural. Ilustración como engaño de masas", en Th. W. Adorno y M. Horkheimer, Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos. Madrid: Trotta, 2008.
1.1. La industria cultural se puede definir como un sistema en el que entran los diferentes medios de comunicación y de difusión. Estos proyectan una imagen de dispersión: “un caos cultural”.
1.2. La industria cultural construye una visión estandarizada de lo universal y lo particular. Por otra parte, la misma autodefinición de “industrias” por parte de los responsables de la cultura de masas, hace que la industria cultural opere completamente al descubierto. Necesitan poner de manifiesto su carácter de industria económica: la publicidad de los sueldos de los directores de la industria cultural.
1.3. El dominio técnico propio de la industria cultural está acorde con otros elementos para unir al todo social: “En todo ello se silencia que el terreno sobre el que la técnica adquiere poder sobre la sociedad es el poder de los económicamente más fuertes sobre la sociedad. La racionalidad técnica es hoy la racionalidad del dominio mismo. Es el carácter coactivo de la sociedad alienada de sí misma. Los automóviles, las bombas y el cine mantienen unido el todo social, hasta que su elemento nivelador muestra su fuerza en la injusticia misma a la que servía”.
1.4. La industria cultural manipula la individualidad. Aniquila las reacciones espontáneas del público. Cuando no lo logra, las subsume bajo la lógica de la administración.
1.5. La articulación de la “industria cultural” hace de los productos culturales una cadena de producción: la novela está escrita premeditadamente para ser adaptada al cine.
1.6. Los monopolios culturales son dependientes en comparación con otros sectores de la industria. Pero por ello mismo ponen en interrelación a estos sectores: bancos, industria eléctrica, etc.
1.7. Las diferencias entre los productos (incluyendo los productos culturales es mínima, se reduce “en el cine, a diferencias de número de estrellas, de riqueza en el despliegue de medios técnicos, de mano de obra y decoración, y a diferencias en el empleo de nuevas fórmulas psicológicas”.
1.8. En el arte de masas hay una racionalización de todos los elementos: clisés “para usar a placer aquí y allá”; “el número medio de palabras de una historia corta”; “los gags, los efectos y los chistes están calculados como armazón en que se insertan”.
1.9. “El mundo entero es conducido a través del filtro de la industria cultural”.
1.10. La industria cultural es la expresión de la sociedad administrada. Hay una censura más férrea que la censura en sociedades totalitarias. Tiene que ver con el uso de los detalles más mínimos y su aprobación por los productores. El “estilo” ya no es el último reducto de la individualidad. El estilo se administra.
1.11. La industria cultural promueve una jerga que contamina a todo el lenguaje.
1.12. Asimilación de la “gran cultura”: la barbarie estilizada.
1.13. Lenguaje supera distinción entre estilo auténtico y estilo artificial.
1.14. “La barbarie estética cumple hoy la amenaza que pesa sobre las creaciones espirituales desde que comenzaron a ser reunidas y neutralizadas como cultura. Habla de cultura ha estado siempre contra la cultura. El denominador común ‘cultura’ contiene ya virtualmente la captación, la catalogación y la clasificación que entregan a la cultura en manos de la administración. Sólo la subsunción industrializada, radical y consecuente, es del todo adecuada a este concepto de cultura. Al subordinar todas las ramas de la producción espiritual de la misma forma al único objetivo de cerrar los sentidos de los hombres, desde la salida de la fábrica por la tarde hasta la llegada, a la mañana siguiente, al reloj de control, con los sellos del proceso de trabajo que ellos mismos deben alimentar a lo largo de todo el día, esa subsunción realiza sarcásticamente el concepto de cultura unitaria que los filósofos de la personalidad opusieron a la masificación”.
1.15. La industria cultural promueve el darwinismo social propio del liberalismo: que haya paso libre a los sujetos más capaces y que para los demás haya libertad para morirse de hambre.
1.16. Este estado de barbarie no es resultado de ningún retraso cultural. La liberalización de aquellas instituciones culturales que habían estado bajo la protección estatal, las convierte en mercancías. Este “atraso” es lo que había permitido que esas instituciones culturales tuvieran cierto grado de autonomía con respecto a las dinámicas económicas. [La “libertad” de la autonomía estética]
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